La humanidad es una especie curiosa. Cuando hablamos de sus conquistas, la mayoría de las veces lo hacemos refiriéndonos a sangrientas y destructivas actividades bélicas. Pero de vez en cuando, la humanidad también produce obras de impresionante belleza, destinadas a perdurar durante siglos para hacernos recordar a todos que, cuando queremos, podemos emplear nuestro esfuerzo y talento para construir maravillas. Más que ninguna otra cosa, son estas obras las que nos identifican inequívocamente como humanos.
De todas las obras conocidas por su belleza o por su grandeza en la antigüedad, fueron siete las más famosas. Estas son las originales, las maravillas del mundo antiguo, obras maestras hechas por el hombre y que el tiempo se ha encargado de destruir, solo nos queda una, pero aún cuando hace siglos que desaparecieron, nos siguen maravillando hoy en día:
1.- La más antigua de las maravillas, y, curiosamente, la única que ha llegado hasta nosotros, es el monumental conjunto de las pirámides de Gizeh, en Egipto. Todos hemos oído hablar de ellas y conocemos su aspecto, así como sabemos que eran las tumbas de los faraones.
2.- La leyenda dice que Nabucodonosor II, rey de Babilonia ordenó traer grandes piedras, pues los ladrillos utilizados normalmente no resisten bien la humedad. Así, edificó una serie de terrazas escalonadas en las cuales depositó la tierra necesaria y empezó a plantar árboles, flores, arbustos, etc. También construyó una máquina semejante a una noria que transportaba el agua desde un pozo hasta los jardines para regarlos. En poco tiempo, éstos rebosaban de vegetación, y las copas de sus árboles se divisaban incluso desde fuera de las dobles murallas de la ciudad.
3.- El templo de Artemisa en Éfeso contaba con 127 impresionantes columnas de 20 metros de altura, algo descomunal para su época, y contaba con esculturas de Escopas. Este templo iluminó la ciudad de Éfeso durante dos siglos. Sin embargo, llegó la tragedia: en el año 356 a.C., el pastor Eróstrato destruyó el templo incendiándolo, por puro afán de fama. Sin duda consiguió lo que buscaba, como lo prueba el que recordemos su nombre.
4.- Para realizar la estatua de Zeus en Olimpia se ha llamó nada menos que al más famoso de entre todos los escultores de la antigua Grecia: Fidias. Su estilo consigió ser la encarnación de los ideales del arte griego. Fidias representó al dios sentado sobre un trono. Empleó más de un año en llevar a cabo la estatua. A diferencia de las dos maravillas anteriores, esta perduró durante bastante tiempo, unos mil años, hasta que los terremotos que se produjeron en el siglo VI a.D. destruyeron el templo en su mayor parte.
5.- A la muerte de Mausolo, rey de Halicarnaso su viuda Artemisa y toda la ciudad se dieron cuenta de que nunca más volverían a vivir una época tan magnífica como la de Mausolo, disponiéndose a demostrar su reconocimiento haciéndole la sepultura más especial de la historia, tanto, que dará nombre a los "mausoleos" que se construirán en el futuro. Los arquitectos Sátiros y Piteos construyeron un podio rectangular; sobre él, levantaron una columna de orden jónico; sobre ésta, una pirámide escalonada. Y en lo más alto, una estatua representando una cuádriga. El conjunto alcanzó la altura de 50 metros. Pero eso no es todo; los mejores escultores griegos de la época esculpieron las estatuas y relieves: Briaxis, Timoteo, Leucastes y el famoso Escopas.
Pero esta maravilla, va a ser la menos duradera de todas. Apenas dieciséis años más tarde, en el 334 a. de C., Alejandro Magno destruyó la ciudad. Y aunque poco después los reyes egipcios conquistaron la Caria y reconstruirán Halicarnaso, ciudad que permanece hasta nuestros días (hoy llamada Bodrum), del mausoleo sólo nos queda la leyenda.
6.- Para guiar a los numerosos barcos que acuden constantemente a Alejandría, el rey Ptolomeo II decididó construir una torre que identificara el lugar de la ciudad desde muy lejos. Para ello escogió la pequeña isla de Faros, frente al puerto. El arquitecto Sostrato de Cnido dirigó las obras. Cuando se finalizó, la torre media más de 120 metros. En su cima estaba equipada con espejos metálicos para señalar su posición reflejando la luz del sol; y por las noches, a falta de luz, se enciendía una hoguera. Esta maravilla duró bastante, unos mil seiscientos años, hasta que en el siglo XIV los terremotos la derribaron. De nuevo, como el Mausoleo, el nombre de esta maravilla - que en realidad es "la Torre de Faros"- designará a todas las construcciones posteriores realizadas con el fin de mostrar el camino a los barcos.
7.- Cuando Demetrio atacó Rodas, la ciudad resistió los embates de este temible guerrero, quien finalmente se retiró. Para celebrar este triunfo, la ciudad decidió elevar un monumento memorable a Helios, dios del sol, en el puerto. Dirigó las obras Cares de Lindos, discípulo de Lisipo. La estatua fue hecha primero de armazón de hierro y sobre él las placas de bronce. Finalmente, cuando la estatua se terminó medía nada menos que 32 metros de altura. Cincuenta y seis años después de su construcción, en el 223 a.C., un terremoto derribó al Coloso.
La leyenda del Coloso tendió a agrandar sus proporciones. Durante el Renacimiento el Coloso fué "descubierto" por los humanistas y su magnificencia fué remarcada haciéndose circular que su tamaño era tal que los barcos pasaban entre sus piernas. No era necesario, dos mil años pasaron para que el hombre pudiera imitar semejante obra, lo cual dice todo.